Gabriel Meza
A 16 kilómetros de Pichilingue, una
injusticia acaba de ocurrir. Una familia que vivía en la lejana zona, fue
despojada por una empresa que busca construir y que por arte de arte de magia
se apoderó de un rancho que pertenecía a esta gente, desde hace 50 años. Ahora
están fuera de su propiedad.
Otra vez la corrupción, empresas
fantasmas y personas con un pasado dudoso son los ingredientes ideales
para conformar un despojo. Una familia que habitaba un viejo terreno en
donde tres generaciones crecieron, luego que los abuelos arribaran a Baja
California Sur en búsqueda de un mejor futuro. 50 años después, nunca
imaginarían que una empresa – Turística Salvatierra – reclamaría algo que no
era de ellos.
La familia Benton Fiol es dueña de un
predio ubicado en las inmediaciones de Pichilingue. Desde la creación de
instituciones – en conciso la Secretaría Reforma Agraria (SRA) – la
estirpe de los Benton intentó titular las mil 300 hectáreas que fueron
obtenidas tras una compra–venta que el padre de Mario Benton Fiol
adquiriera, pues, convenía a su actividad: la ganadería. Esto fue
en 1956 pero en 1988 parte del terreno fue rentado al territorio de Baja
California Sur y por una extraña razón, nunca fue entregado el título para ese
terreno.
En 2006 – durante el gobierno de
Narciso Agúndez Montaño – la pesadilla iniciaría. Una controversia habría de
cernirse sobre el predio. Por esa tierra – por dos hectáreas para ser preciso –
se inició un juicio por una compañía inmobiliaria denominada: Fraccionaria
Turística Salvatierra. El representante: Luis Alberto Mena Abraham. Este sujeto
es hermano de Rigoberto Mena Abraham, conocido en Torreón por defraudar a
Concretos Con Clase en 2009 a través de Desarrollos Urbanos RIME.
Mario dice no saber mucho de leyes
pero asegura que seguirá peleando ante el resolutivo – que de forma rara –
continuó su cauce en 2012. El inconforme declararía – A este Semanario –
que Luis Mena Abraham es “una persona prepotente; no le interesa
nada, es gente de dinero, de lana”. El abogado que debía informar sobre
el desalojo, nunca lo hizo dejando a la familia desprotegida ante la maquinaria
del gobierno.
El 24 de agosto, una actuaria llamada
María Helena (el entrevistado no recordó su apellido) llegó a reclamar no dos
hectáreas, sino todo el predio y para el sábado 25 de agosto, la antigua casa,
llena de recuerdos y esfuerzos fue derribada. Pero María Helena y los
inversionistas, en una “bondadosa” acción dieron oportunidad a la madre, con
avanzada edad, de seguir viviendo en el terreno, en una pequeña choza de lo que
alguna vez fue su hogar.
Rancheros de los alrededores se unen
con la causa, ofreciendo a Mario su apoyo para enfrentar la injusticia. Entre
tanto, él seguirá peleando legalmente aunque señala el interés central
por su pedazo de tierra. Influencias y especulación, de nuevo en la entidad.
Las instancias vuelven a ser utilizadas a favor de los poderosos…
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