viernes, 1 de marzo de 2013

La visita de la Reina Isabel II a Baja California Sur


Eligio Moisés Coronado

La reina de Inglaterra y el Príncipe Felipe estuvieron en Baja California Sur del martes 22 al jueves 24 de febrero de 1983; fueron sus anfitriones el entonces gobernador Alberto Alvarado Arámburo, su esposa María Teresa Soto y el republicano pueblo de Sudcalifornia, que de manera muy democrática tuvo oportunidad de ver y saludar multitudinariamente, al menos una vez, a representantes tan prominentes de la nobleza británica.

Antes de su llegada al puerto de La Paz en el yate real “Britannia”, los visitantes habían estado en Acapulco (Guerrero), Lázaro Cárdenas (Michoacán) y Puerto Vallarta (Jalisco), atendidos por el presidente Miguel de la Madrid y la señora Paloma Cordero, los respectivos gobernadores así como sus comitivas y familiares.

Los distinguidos huéspedes arribaron al muelle fiscal de la capital del Estado a las 10:30 horas del día 22, y en una lancha del “Britannia” se trasladaron al muelle de turismo donde los esperaban el gobernador, su esposa y la comitiva oficial; luego de las salutaciones protocolarias develó la reina una placa conmemorativa de este acontecimiento y todos subieron a los autobuses que los condujeron a Catedral, donde los soberanos recibieron la  bienvenida de la población ahí congregada.

Curioso caso de la gobernadora suprema de la iglesia de Inglaterra (Anglicana, desde 1534 por el cisma que provocó su antecesor Enrique VIII), recorriendo un templo católico, lo cual confirma que todo es posible en La Paz.

De ahí a la residencia de El Caimancito (cuando era orgullo de los paceños), donde este cronista efectuó la descripción de algunas maquetas con muestras (a escala, obviamente) de la arquitectura misional californiana. Ahora cabe preguntarse a dónde irían a parar esas obras que tanto impresionaban a las visitas de la Casa de Gobierno que dirigía con gran celo don Alejandro D. Martínez. Desde 1999 se ignora dónde están muchas cosas del patrimonio de los Sudcalifornianos que se custodiaban en los espacios oficiales.

Del corredor de la Casa de Trabajo se pasó a una comida privada. Para regocijo de quienes gustan de estos detalles, diremos que el menú consistió en crema San Germán (chícharos, papas y mantequilla), filete Guaycura (de pescado), dulce regional (guayabate y queso, naturalmente), café y vino blanco Calafia. Ahí el gobernador entregó a doña Elizabeth una reproducción del escudo real elaborado en concha por el prestigioso artesano esteriteño Vicente Moreno, “Cachente”, que la reina agradeció y acordó instalar en sitio especial de su embarcación, que los dignatarios abordaron enseguida para dirigirse a la bahía Ojo de Liebre, a donde llegaron el día siguiente; avistaron la ballena gris y se despidieron.

Una visita inusual que se halla inscrita desde entonces en la memoria histórica de Sudcalifornia y  México, ya hace 30 años este 2013.

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